lunes, 8 de julio de 2013

Mi camino a la marcha gay




Desde la colonia Morelos a la plancha del Zócalo es un trayecto relativamente corto, a un par de calles dicen los vecinos de la colonia que ocurre un alboroto, federales y operativo más tepiteños, es una combinación bastante volátil,  de San Antonio Tomatlán al Eje uno norte es cuestión de cinco calles máximo, apenas medio día, las doce en punto los comerciantes que normalmente no se mueven ni con la lluvia, el día de hoy levantan sus puestos en un una frenética acción por salir de la zona tan rápido como sea posible, el sonido clásico de los autobuses International de hace dos décadas del agrupamiento de guerreros de la secretaria de seguridad publica, por la banqueta camina una pequeña niña con su mochila color rosa con un estampado de “Pablo” de los “backyardigans”, una mujer, al parecer su madre la lleva de la mano y paso veloz continúan, yo aun camino aún en dirección al eje 1 Norte, al barrio bravo, al lugar mítico, violento y colorido,  la curiosidad de saber que pasa en el barrio es más que el miedo de que pase algo desagradable, las personas a mi alrededor se refugian en los negocios que aún no han bajado la cortina de la entrada  y algunos más huyen en dirección a Mixcalco, a la Merced, al Sonora, no ha pasado más de una decena de minutos del primer grito de alarma que me convoco al cruce de circunvalación y el eje 1 Norte, no hay trafico, las personas siguen caminado en cualquier otra dirección menos a ésta avenida,
De pronto como lo dice Rubén Blades ecos de botas en las calles, son las fuerzas del orden, tres autobuses International se detienen, algunas camionetas 2500 con más elementos acompañan a estas unidades como naves nodrizas de una cinta de ciencia ficción, la escena es como una Hollywoodense secuencia, con casco y escudo, y el logo en vivos rojos y dorados de “guerreros” al hombro, dos columnas marchan, a paso veloz, el equipo antimotines, solo los comandantes portan una beretta m92f, la unidad con canina llega al final de la fila de vehículos, no hacen nada, al otro extremo, una multitud de jóvenes en motos, algunos a pie se dispersan  en las calles,  en dirección contraria a las fuerzas del orden.
Llego el momento de marcharme, parece que aquí las cosas no se relajaran, es tiempo de atravesar el lado marginal del centro histórico para llegar al Zócalo , por éstas calles el ajetreo acostumbrado los bolsos de imitación de a cincuenta pesos, hay vendedores, menos de los que recuerdo, seguro que ha de ser por el cierre de los  movimientos y el alboroto en Tepito, llegó a territorio más conocido, la calle del Carmen, por fin el centro de salud, la esquina de Venezuela, que da al teatro del pueblo y al mercado Abelardo L. Rodríguez, sigo mi camino, el día de hoy los murales de los discípulos de aquel gran muralista no tienen nada para mi más que el momento pasajero por mi memoria, ya es la calle de Correo Mayor y en una pequeña televisión a blanco y negro en un puesto de comida, tiene la imagen desde un helicóptero de un camión repartidor de sodas saqueado, a algunas calles de donde vi a la fuerza publica descender.
Por fin la calle de Moneda doy vuelta a la derecha y apresuro mi paso hasta la plancha, frente a Palacio Nacional,  parece por momentos la facultad de filosofía de la UNAM, la Ibero, la Asamblea de Barrios, y la Unión de Proletarios Independientes juntos, es un raro festival, comienzan a verse millares de banderas de arcoiris, atuendos heterodoxos, individuos casi desnudos.


Ríos de gente” como lo dicen en los medios audiovisuales, desde Pino Suarez, desde 20 de Noviembre, desde 16 de Septiembre y desde el “corredor” Madero, la plancha esta  llena que , aquí hay más que mexicanos , también parece que no todos están aquí por convicción, jóvenes, adultos y adolescentes, algunos parecen no sentirse cómodos  es un gran collage multicolor pero es tiempo de marcharme y dejar tras este multicolor festival donde se difunde una mente mas abierta y el cambio  a un México mas plural.

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