Desde la colonia Morelos a la plancha del Zócalo es un trayecto
relativamente corto, a un par de calles dicen los vecinos de la colonia que
ocurre un alboroto, federales y operativo más tepiteños, es una combinación
bastante volátil, de San Antonio Tomatlán al Eje uno norte es cuestión de
cinco calles máximo, apenas medio día, las doce en punto los comerciantes que
normalmente no se mueven ni con la lluvia, el día de hoy levantan sus puestos
en un una frenética acción por salir de la zona tan rápido como sea posible, el
sonido clásico de los autobuses International de hace dos décadas del agrupamiento
de guerreros de la secretaria de seguridad publica,
por la banqueta camina una pequeña niña con su mochila color rosa con un
estampado de “Pablo” de los “backyardigans”, una mujer, al parecer su madre la
lleva de la mano y paso veloz continúan, yo aun camino aún en dirección al eje
1 Norte, al barrio bravo, al lugar mítico, violento y colorido, la
curiosidad de saber que pasa en el barrio es más que el miedo de que pase algo
desagradable, las personas a mi alrededor se refugian en los negocios que aún
no han bajado la cortina de la entrada y algunos más huyen en dirección a Mixcalco, a la Merced, al Sonora, no ha pasado más de una decena de
minutos del primer grito de alarma que me convoco al cruce de circunvalación y
el eje 1 Norte, no hay trafico, las personas siguen caminado en cualquier otra
dirección menos a ésta avenida,
De pronto como lo dice Rubén Blades ecos de botas en las calles,
son las fuerzas del orden, tres autobuses International se detienen, algunas camionetas 2500 con más elementos acompañan a estas
unidades como naves nodrizas de una cinta de ciencia ficción, la escena es como
una Hollywoodense secuencia, con casco y escudo, y el logo en vivos rojos y
dorados de “guerreros” al hombro, dos columnas marchan, a paso veloz, el equipo
antimotines, solo los comandantes portan una beretta m92f, la unidad con canina
llega al final de la fila de vehículos, no hacen nada, al otro extremo, una
multitud de jóvenes en motos, algunos a pie se dispersan en las calles,
en dirección contraria a las fuerzas del orden.
Llego el momento de marcharme, parece que aquí las cosas no se
relajaran, es tiempo de atravesar el lado marginal del centro histórico para
llegar al Zócalo , por éstas calles el ajetreo acostumbrado los bolsos de imitación
de a cincuenta pesos, hay vendedores, menos de los que recuerdo, seguro que ha
de ser por el cierre de los movimientos y el alboroto en Tepito, llegó a
territorio más conocido, la calle del Carmen, por fin el centro de salud, la
esquina de Venezuela, que da al teatro del pueblo y al mercado Abelardo L.
Rodríguez, sigo mi camino, el día de hoy los murales de los discípulos de aquel
gran muralista no tienen nada para mi más que el momento pasajero por mi
memoria, ya es la calle de Correo Mayor y en una pequeña televisión a blanco y
negro en un puesto de comida, tiene la imagen desde un helicóptero de un camión
repartidor de sodas saqueado, a algunas calles de donde vi a la fuerza publica
descender.
Por fin la calle de Moneda doy vuelta a la derecha y apresuro mi
paso hasta la plancha, frente a Palacio Nacional, parece por momentos la
facultad de filosofía de la UNAM, la Ibero, la Asamblea de Barrios, y la Unión
de Proletarios Independientes juntos, es un raro festival, comienzan a verse
millares de banderas de arcoiris, atuendos heterodoxos, individuos casi
desnudos.
“Ríos de gente” como lo dicen en los medios
audiovisuales, desde Pino Suarez, desde 20 de Noviembre, desde 16 de Septiembre
y desde el “corredor” Madero, la plancha esta llena que , aquí hay más
que mexicanos , también parece que no todos están aquí por convicción, jóvenes,
adultos y adolescentes, algunos parecen no sentirse cómodos es un gran collage
multicolor pero es tiempo de marcharme y dejar tras este multicolor festival
donde se difunde una mente mas abierta y el cambio a un México mas
plural.
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